La liturgia prepara el
alma de los fieles para el dolor que hay que recordar estos días. El Evangelio
de hoy nos sitúa en los últimos días de la vida de Jesús, cuando éste es
acogido en casa de Lázaro, al que había resucitado. Llega María, su hermana, que unge los pies de Jesús con un frasco de perfume carísimo. Los
discípulos se escandalizaron, en especial Judas, cuya avaricia y traición
estaba ya llegando a su culminación, alegando que hubiese sido mucho mejor
dedicarlo a los pobres. Jesús aceptó el homenaje como anticipo de su
embalsamamiento, y defendió el gesto de la mujer, diciendo que a los pobres
siempre los tendrían con ellos, pero que a él pronto no lo tendrían.
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